¿Por qué Me llamáis, Señor, Señor, ¿y no hacéis lo que Yo
digo? Lucas 6:46
Quien es de Dios, no es de Él porque Lo llama Señor, sino
porque obedece Su Palabra.
El que es de Dios, las palabras de Dios oyen; por esto no
las oís vosotros, porque no sois de Dios. Juan 8:4
Llamar a Jesús, a Dios, “Señor” no es un acto de magia. No
actúa como un encantamiento. Como nos recuerda el propio Jesús “No todo el que
me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
Llamar a Jesús “Señor” no te va a librar de ninguna
dificultad, ni va a hacer que tus oraciones tengan más efectividad.
¿Recuerdas el Padre nuestro? Se llama así porque comienza con
esas palabras, y es curioso que ese es el único sustantivo que hace referencia
directa a Dios. No hay “repeticiones vanas”. No hay adulación hacia Dios. No
hay lenguaje ampuloso ni exagerado. Simplemente humildad, reconocimiento del
poder de Dios y confianza en Él. ¿O es que piensas que necesitas adular a Dios
para que Él te haga caso?
No es al adulador al que escucha Dios, sino que, como nos
recuerda el Salmista: “Cercano está El Señor a los quebrantados
de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (Salmo 34:18).
Y añade: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”
(Salmo 51:17)
El que es de Dios, las palabras de Dios oyen; por esto no
las oís vosotros, porque no sois de Dios. Juan 8:4
VAMOS A MEDITAR EN ESTO…
DIOS LES BENDIGA PERLAS PRECIOSAS 🙏🌸